El Beso

Hubo un beso primigenio,
uno que dio origen a todo:
el que sin dudas vertebró la vida.

Es posible que saliera del mar,
que reptase sobre un manzano,
fuese fruto científico de la evolución,
y de infinitas recombinaciones polilabiales
o uno de chiripa y a la primera.

O que naciese como un dios
durante una noche de tormenta
en una cueva llena de monos.
No importa su origen.
Tampoco su denominación
ya sea muerdo, ósculo o morreo.

Aunque he dudado de su existencia
–años que prefiero olvidar–
sé que aún vive entre nosotros
porque hoy ante mí y todo el bar
y sin cortarte ni un pelo,
se lo has dado a otro
que acto seguido
ignorando su valor evolutivo,
afectuoso, poético y sexual
se ha puesto a jugar a la tragaperras
el muy imbécil.