Amanece, que no es gratis
y en el Sinaí de tu jurisdicción
arden más rojos y más gualdas los pinares
donde dios te entrega cada legislatura
el programa electoral de la nueva alianza
sin rivales dignos de cuidado,
discrepancia, oposición
ni zarza que no te trate de usted.
Todos somos contingentes
pero tú eres empresario y lo sabes.
Tiburón de consultoría, buitre de burdel,
diputerío de farlopa, Moët Chandon y Viagra,
-cóbrame a mí, morena-
monterías de caza menor y mediana empresa,
fiestas patronales con tarjetas black coronando
la cucaña del árbol del bien y del mal
sin siniestros sindicatos
que sibilinamente susurren soflamas
antisistema a sus semejantes... ¡insidias!
Hasta el áspid sabe que en este país
solo se muerde el seno que te señalan.
Gintónico perdido te arreglas en el coche
-bendita corporación esperpéntica-
mirándote en un retrovisor abanderado
que muestra lo que dejas tras de ti a tu paso:
políticas de pastos quemados,
burbujas de pladur, sanidad pública a la colza
y mano de obra sumergida
en mares cuyas aguas nunca abrirás
porque de toda la vida ha habido pobres.
Desciendes de tu revelación en la cumbre triunfante
portando en las tablas de tu pen drive
la contabilidad del saqueo del génesis a la poca leche,
gomina, jersey sobre los hombros y naúticos en secano.
Hoy no trajiste traje pero ocultas tus tristes tríceps patrios
-oh Nóbel de rayos UVA- tras tres logos al menos.
Sorprendes a tu tribu prefiriendo dormir bajo lonas azules
antes que en la tierra prometida,
rogando el diluvio o el maná por igual
porque ya está curada de espanto:
Frente a la excesiva confraternización danos, señor
un usted no sabe con quién está hablando.
Frente a la tentación secesionista, danos señor,
el orgullo de ser clavel de esta maceta y no de esa otra.
Ante la conciencia de clase danos, señor,
estómago para tirar el voto y esconder la mano.
Frente al culto al becerro democrático danos, señor,
serias dificultades para organizarnos.
¡Paren las rogativas!
Deposita, señor, tus réditos de puerta giratoria
tras una puerta muy blindada y muy poco puerta.
Vacía tus bolsillos y ven a bailar con nosotros
sardana en la intimidad.
Sal de tu armario, ario ibérico de bellota
y muestra con orgullo rancio
tu legado de rotondas, mástiles y pellas,
tus selfies en Altamira con Santiago apóstol.
Imponte de una vez como estadista,
cuñadito español y libera por fin a tu casta.
Y no nos dejes caer en la tentación
de elegir por nosotros mismos
por las siglas de las siglas.
Amén.
(De "El cielo de las cajeras" Ed. Mankell 2023)
y en el Sinaí de tu jurisdicción
arden más rojos y más gualdas los pinares
donde dios te entrega cada legislatura
el programa electoral de la nueva alianza
sin rivales dignos de cuidado,
discrepancia, oposición
ni zarza que no te trate de usted.
Todos somos contingentes
pero tú eres empresario y lo sabes.
Tiburón de consultoría, buitre de burdel,
diputerío de farlopa, Moët Chandon y Viagra,
-cóbrame a mí, morena-
monterías de caza menor y mediana empresa,
fiestas patronales con tarjetas black coronando
la cucaña del árbol del bien y del mal
sin siniestros sindicatos
que sibilinamente susurren soflamas
antisistema a sus semejantes... ¡insidias!
Hasta el áspid sabe que en este país
solo se muerde el seno que te señalan.
Gintónico perdido te arreglas en el coche
-bendita corporación esperpéntica-
mirándote en un retrovisor abanderado
que muestra lo que dejas tras de ti a tu paso:
políticas de pastos quemados,
burbujas de pladur, sanidad pública a la colza
y mano de obra sumergida
en mares cuyas aguas nunca abrirás
porque de toda la vida ha habido pobres.
Desciendes de tu revelación en la cumbre triunfante
portando en las tablas de tu pen drive
la contabilidad del saqueo del génesis a la poca leche,
gomina, jersey sobre los hombros y naúticos en secano.
Hoy no trajiste traje pero ocultas tus tristes tríceps patrios
-oh Nóbel de rayos UVA- tras tres logos al menos.
Sorprendes a tu tribu prefiriendo dormir bajo lonas azules
antes que en la tierra prometida,
rogando el diluvio o el maná por igual
porque ya está curada de espanto:
Frente a la excesiva confraternización danos, señor
un usted no sabe con quién está hablando.
Frente a la tentación secesionista, danos señor,
el orgullo de ser clavel de esta maceta y no de esa otra.
Ante la conciencia de clase danos, señor,
estómago para tirar el voto y esconder la mano.
Frente al culto al becerro democrático danos, señor,
serias dificultades para organizarnos.
¡Paren las rogativas!
Deposita, señor, tus réditos de puerta giratoria
tras una puerta muy blindada y muy poco puerta.
Vacía tus bolsillos y ven a bailar con nosotros
sardana en la intimidad.
Sal de tu armario, ario ibérico de bellota
y muestra con orgullo rancio
tu legado de rotondas, mástiles y pellas,
tus selfies en Altamira con Santiago apóstol.
Imponte de una vez como estadista,
cuñadito español y libera por fin a tu casta.
Y no nos dejes caer en la tentación
de elegir por nosotros mismos
por las siglas de las siglas.
Amén.
(De "El cielo de las cajeras" Ed. Mankell 2023)