Onirican Express


Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las
dificultades del momento, yo aún tengo un sueño.
Martin Luther King

Tengo un sueño recurrente, un sueño profundamente arraigado en el consumismo:

Sueño cada noche que despierto en un centro comercial diferente pero a la vez idéntico a sus semejantes. Sueño que empujo carritos que levitan sobre la niebla, con mostradores atendidos por ángeles, expositores que ofrecen mercancías de colores nunca vistos antes. Sueño que compro —y si el sueño es muy vívido incluso hurto— kimonos azules, huevos de animales mitológicos, paracaídas... objetos que solo tienen valor para seguidores de Freud o Lacan, objetos inútiles en la vigilia.


A veces me despierto y acudo a comprar a centros comerciales que parecen diferentes pero son idénticos a sus semejantes. Empujo carritos con artrosis entre mostradores atendidos por súcubos y expositores de mercancías de colores inasibles para la retina. Inevitablemente compro —porque despierto temo robar— trajes azules, huevos en oferta, paraguas, muebles levemente suecos, yogures desnatados, tiritas, fundas para las fundas y somníferos con los que sueño que despierto en un centro comercial diferente pero a la vez idéntico a sus semejantes y empujo carritos que levitan sobre la niebla.



Extraído de La ansiedad del escapista